jueves, 22 de marzo de 2012

Ascensión a Peñalara




El día 19 de marzo se homenajea a los padres. Como yo ostento ese título desde hace siete años, mi familia me otorgó el honor de darme vacaciones de obligaciones familiares, lo aproveché para subir a la máxima cumbre de la Comunidad de Madrid, un dosmil. Grandilocuentes calificativos que uno lee en las entradas de los blogs y páginas que utilicé para documentarme, preparando la ascensión de este pico serrano.

Bueno, es cierto que a las montañas hay que tenerlas respeto siempre porque si no, te confías y la puedes liar pero bien liada, sea Peñalara, el Cerro de San Pedro o el K2. Pero en fin, que el día de autos agarré la mochila con una mínima infraestructura y fui lo más temprano que pude hasta la sierra, para pasar un ratito subiendo a un pico y pensando en mis cosas. Siempre pienso que la verdad es que está muy cerquita, en menos de una hora estaba en el aparcamiento del puerto de Cotos, debería ir más veces, sobre todo ahora en mi precaria situación laboral que tanto tiempo libre me permite. En fin. Me hubiera gustado subir en el tren hasta allí pero andan de obras y el simpático vía estrecha solamente llega ahora hasta el puerto de Navacerrada.

Antes de las nueve ya estaba caminando por la pista que sube desde el centro de interpretación. La pista de las zetas sube con mucha pendiente. Me adelantó otro chaval a toda pastilla, luego le iba viendo y íbamos paralelos en nuestro caminar y en nuestras paradas. Del frío inicial del aparcamiento pasamos al calor de la ascensión, así que íbamos quitando capas de ropa a nuestros cuerpos según iban cogiendo temperatura.

En esos momentos unas nubes abrigaban a mi cita del día y a las vecinas Cabezas de Hierro, como iba sin otro equipo que los palitos de andar y no se veía apenas nada de la cumbre, temí que hubiera hielo o nieve muy dura y que no pudiera subir. Siempre procuro llevar esa idea en la cabeza para evitar cabezonadas y cometer imprudencias, al fin y al cabo, no deja de ser un dosmil. Todos los inviernos se oye alguna desgracia en Peñalara, alguno que se ha perdido, caido hacia la laguna e incluso en 2009 una persona murió por un alud.

Así que no había que hacer el capullo. Según ascendía me metía en la niebla, que no obstante era liviana y había más de 50m de visibilidad y también iba comprobando que había muy poquita nieve y esta era blandita, aún siendo tan temprano. En seguida el viento helado que venía del noreste se llevó la nubosidad más espesa y se mostraron las cimas con todo su esplendor.

Al llegar a la Hermana Pequeña, ya ví que iba a poder subir hasta arriba. El que me adelantó ya ni se veía, debió tirar sin pararse al pico de los Claveles. Tuve suerte de llegar sin nadie al vértice y poder disfrutar tranquilamente de las vistas y sensaciones de estar en la cima de Madrid. La visibilidad a ratos era excelente y disfruté contemplando el valle del Lozoya, la meseta segoviana -su capital me espera, en menos de una semana voy a su media maratón- las cumbres de Cabezas de Hierro que bien merecen otra visita esta primavera y el trajín del puerto, aún sin nieve para esquiadores ya empezaba a cargarse de papás celebrando en familia su día.

Se había despejado del todo cuando decidí bajar así que me asomé al camino hacia el pico de los Claveles y la ruta hasta la Laguna de los Pájaros. Bajé hasta su falda pero la pendiente ya era muy fuerte y seguí con mi política de no hacer el gamba porque ahí sí estaba la nieve más dura y cualquier resbalón tonto (sin crampones ni pirulé) te puede hacer caer unos metros a toda pastilla contra unas piedras. Alomejor pequé de miedoso, pero siempre he intentado ser de los de mejor un porsiaca que un yopenseque.

Así que volví por donde había venido, ya cruzándome con la romería que subía al pico y me dió tiempo a bajar con mi familia, tomar unas cervecitas y comer con los suegros.

Un gran día del padre.

















Vistas de la cumbre, sin niebla.

















Y en un minuto, entra una nube y no se ve

















Llegando

















Paseito por la ladera de los Claveles Como el clavel del aire, así era ella, igual que la flooooor



Feliz, en el día del padre