miércoles, 26 de octubre de 2011

XXI Media maratón de Valencia


Valencia, 23 de octubre de 2011.


21.097 m / 1h37m45s / 4m38s x km





Lo único bueno de haber estado casi en paro ha sido que he tenido mucho tiempo para dedicarme para hacer deporte, así, además de excursiones como La subida a Peña Ubiña en León, La excursión en BTT al Alto Tajo o la Ruta Leganés-Aranjuez, también pude correr y correr a horarios privilegiados (a media mañana) y por donde yo he querido: Polvoranca, Casa de Campo…

Así que ví que tenía nivelillo como para intentar bajar mi marca en media maratón. Estuve a punto de ir a la de Fuenla, pero el recorrido tan feo que habían preparado me hizo desestimar esa opción. Ahí estaba la media de Valencia, un circuito llano y por el medio de la ciudad, organización de gran evento, etc. Pues para allá nos fuimos todo el clan.














































Eso sí, si vas con críos a una ciudad no les puedes tener una hora en la feria del corredor. No, hay que ver el Oceanografic, la exposición de dinosaurios, el parque del río Turia… Además, si vas a la casa de unos amigos, qué menos que alternar con ellos (copas incluidas) en las dos alegres cenas que pudimos disfrutar con Eloy y Hermi.

Total, que de nuevo hice todo lo que no hay que hacer antes de una carrera. Como siempre, esto está siendo ya una costumbre. El día que prepare una carrera y la víspera me lo pase durmiendo, estirando y comiendo pan con macarrones seguro que me da una pájara.

En fin, que ahí estaba. En la salida. Llegué por los pelos, ya que tuve que enlazar tres tipos de transporte público diferente y en domingo por mucho medio maratón que haya, los horarios de trenes, metros, etc. son de domingo.

La Carrera

Los instantes previos de las carreras es cuando uno se echa un abrazo con el compi, se bromea, grita… últimamente voy solo y echo de menos esas risas con el Mario o con el Abel. Pero bueno, también tiene la ventaja de que se pone uno en plan profesional y se concentra para el esfuerzo que viene.

PUM y a correr

Me he puesto bastante adelante, solamente me saca la cabeza de carrera 45 segundos, pronto la carrera me pondrá en mi lugar. Hay mucha gente pero se corre bien. El primer kilómetro, a 4m45s. Perfecto.


Los otros cinco kilómetros, más rápidos. Termino los primeros seis kilómetros mejor de lo que pensaba. Las avenidas grandes favorecen acelerar. Es cierto que es casi totalmente plana.













Me encuentro a dos del club de maratonianos de Leganés. El primero me pasa bastante rápido, ese va a hacer un buen tiempo. El otro va conmigo un rato y luego baja un poquillo mientras yo acelero pasado el 10.


Los segundos seis kilómetros muy bien también. Bajo un poquillo el ritmo porque me asusta cagarla y agotarme demasiado. Al no conocer el recorrido, uno va más distraído y los kilómetros caen sin darse cuenta.


Los terceros seis kilómetros los afronto bien. Se nota el desgaste en el km 12 ya, pero en general bien. El cronómetro me dice que voy a conseguir bajar de 1h40m seguro.












¿Qué por qué mido la carrera en etapas de seis kilómetros? Pues porque mi circuito del Parque Polvoranca en Leganés mide esa distancia.  Le he dado tantas vueltas (cientos) durante madrugadas, mañanas, tardes y noches que si me van marcando los puntos kilométricos puedo asociar las sensaciones del momento con las experimentadas entrenando.
 

Regula, regula, que aún te quedan ocho. Hay que dar un apretón en los últimos dos.



La de veces que habré entrenado dando una vuelta, evaluándome, otra vuelta, lo mismo y por último otra vuelta más. Sabiendo que tras esos 18 kilómetros, con tres kilómetros más (media vuelta) ya tenía la media maratón.

Pues ya estoy en el centro de Valencia, exactamente en el kilómetro 15. Buf se nota el cansancio de ir a ritmo superior al de entrenar. Estoy sudando como un cochino, bebo un traguito de bebida isotónica. Con intentar no atragantarme se me ha pasado echar un vistazo al Miguelete, qué recuerdos y cuántos años. Venga, hasta el 18 a ver cómo estamos.







Pues el 18 ya te pilla fuera del centro. Es curioso lo rápido que se acostumbra el cuerpo a ir sin cuestas, las dos subidas de los puentes sobre el cauce del Turia se hacen duras, y no son ná.



Ya lo tengo. Voy a bajar de 1h40m seguro, voy con tiempo de menos de 1h39m. Bastante menos. Dudo en el momento de “atacar” y me espero hasta el kilómetro 20. Ahí sí, como un loco me pongo a correr –esprintando es mucho decir a estas alturas pero lo más rápido que puedo- gritando y adelantando gente.












He quitado la vista del cronómetro en el reloj de pulsera, así no lo miro mientras hago el esfuerzo final. Ya tengo la meta todita para mí. Subo los brazos y sé que tengo mi “record”. Satisfacción y bastante frío.

Recojo la bolsa del guardarropa. Llamo a mi familia lo primero, qué ilusión compartirlo con ellos. Me cambio como puedo en un baño público que olía a rayos y pillo el tranvía y el metro hasta la estación del avestruz. Una siestecita y regreso a Madrid.

Muy contento, para qué negarlo. Me pongo el objetivo de bajar de 1h37m. Creo que asequible. A seguir entrenando, a bajar de 94 kilos. En carrera, podría haber apretado ya en el kilómetro 19 como mínimo, con buena cabeza incluso desde el 18. Eso sí, esta carrera es muy rápida, en otras (Segovia por ejemplo) no es tan fácil hacer estrategias.

Por ahora, a disfrutar el momento y a disfrutar corriendo.

 



Gracias a Eloy y a Herminia, por ser nuestra familia estos dos (cortos) dos días que hemos estado en su casa.